El paquete de nuevas medidas sobre la economía circular presentado por la Comisión Europea el pasado 2 de diciembre de 2015 supone un punto de inflexión para el sistema económico del viejo continente. El agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático y la desaceleración económica mundial son ya una realidad y parece que, por fin, desde Bruselas quieren dar solución a un problema en el que los gestores de residuos llevamos muchos años trabajando.
Del sistema de comprar, usar y tirar, pasaremos a otro nuevo que abarque la totalidad del ciclo de vida del producto. Es decir, de la producción y el consumo a la gestión de residuos y el mercado de materias primas secundarias. Y ahí precisamente es donde los recuperadores recicladores desempeñaremos un papel clave, siempre y cuando se tengan en cuenta una serie de premisas que hacen a este sector crucial para alcanzar en el horizonte de 2030 los objetivos de la Comisión.
El primer factor a considerar para implicar a los gestores de residuos en el nuevo modelo económico es el reconocimiento de la idiosincrasia del sector, históricamente cimentado en las pymes. En el caso de la recuperación y reciclaje de papel, los negocios locales suponen más del 50 por ciento del mercado. Es decir, “empleos verdes”: ligados a la reutilización, duraderos y no deslocalizables. Esta apuesta por el reciclaje de cercanía se enfrenta hoy en día a la concentración empresarial y a las injerencias externas de grandes corporaciones, que aprovechan su posición dominante en el mercado para intentar controlar la producción de papel recuperado, fijar precios y acabar con la competencia.
Este artículo de opinión fue publicado el pasado mes de marzo de 2016 en el número 160 de la revista de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER). En este enlace puedes descargarte el artículo completo.